Entrada destacada

Click 6

On Mañana cumplo 49 años. Ese número anuncia la inminente llegada de los 50 en tan sólo un año. Estoy tan agradecida con la vida. Tan...

miércoles, 2 de diciembre de 2015

El Alien

Es real.

Todos convivimos con uno y es uno de nuestros compañeros de vida menos agradables que se manifiesta en los momentos menos indicados.

Este personaje, quien ama nuestros jugos gástricos, vive usualmente tranquilo en la parte baja de nuestro estómago y cuando decide aparecer, nos hace pasar horribles papelones y nos deja pésimo frente a los demás en esos momentos tan conocidos por todos, cuando hacemos una desconexión entre lengua y cerebro. En esos momentos cuando el único control que reconocemos es el del televisor o el del portón del garage. En esos momentos cuando el mismito satanás huiría aterrorizado de nosotros, aparece el susodicho en todo su esplendor y gloria.

Su llamado depende del día que hayamos tenido, de si tenemos hambre o no, de si tenemos sueño o estamos descansados, porque aprovecha cualquier excusa para salir a escena.

Antes de que nos demos cuenta se apodera de nosotros desarmándonos de inmediato y dejándonos sin ninguna posibilidad de autodefensa. Sube por el esófago, después por la garganta y cuando llega a la mandíbula nos la desmonta. Sale por nuestra boca y usurpando nuestra voz como si fuera suya, empieza a decir las cosas mas espantosas a la persona que tenemos en frente, con un vocabulario que se lo envidiaría el camionero mas experto.

Nuestro receptor, que por supuesto no entiende que no somos nosotros los responsables de lo que está sucediendo, es el receptáculo del repertorio de agravios continuos, dichos todos juntos y en una misma bocanada de aire, que mas o menos va de la siguiente forma:

“Teneselcerebrodeltamañodeunmaniyniquetedigodetushabilidadeseinteligenciaemocionalcadavezestacosaestapeornoentiedoenquemomentopensequeibasaentenderalgodeloquetetratodeexplicarsicuandohabloparecequehablarasolaynomevengasahoraadecirquetengorazonporqueahorayaesonoimportaloqueimportaesqueteimportaunreverendoculocualquiercosaque…

Acá se detiene a tomar aire, pero antes se vuelve a vernos y burlándose de nuestra cara de absoluto y completo pánico ante lo que esta sucediendo, nos guiña un ojo y continúa

…yosientotepodesirporuntubonoseteocurranillamarmeniescribirmeestacarajadasimplementeseacabocomollegueapensarqueestacosapodiamejorarsiparamejorartendriasquehacerteunaevaluacionsiquitricaymasomenosinternarteparaquetedieranterapiadeelectroshocksademastufamiliamedetestaymeaborrecenomequierenvernienpinturatumamameodiatuabuelaquisieravermequemadavivatupapanimesaludaasiqueyafinalmentelograsteloquequeriasqueeralaejarmesinregresoysinposibilidaddenadaadiosyestavezesdefinitivo.”

Y así termina.

Como el estallido de una bomba atómica.

Como dando el tiro de gracia.

Cerrando con bombos y platillos.

Y a la misma velocidad con la que salió por nuestra boca, vuelve a nuestro estómago y frente al otro, quedamos nosotros.

Agotados y agitados.

Queriendo tragarnos todas y cada una de las palabras que el otro escuchó y entendiendo que no nos van a creer cuando tratemos de explicar que realmente no fuimos nosotros los que dijimos semejante cantidad de tonteras juntas y seguidas.

Espantados y avergonzados, solo quedamos nosotros.

Mientras tanto, nuestro temido huésped, feliz, satisfecho y contento, duerme hasta nuevo aviso, saboreando en su sueño plácido el éxito de una labor bien cumplida.

Querido Mr. Ridley Scott, este Alien hace que el suyo palidezca de vergüenza.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario