Crecí con tu nombre en los labios antes que en el corazón.
Sabía de tus maravillas porque me las contaban. Vi ir y venir a muchos y mientras pasaban los años, te me hacías cada vez mas un sueño inalcanzable, de esos que uno ama soñar aunque los sienta un imposible.
Mil veces me repetí a mi misma que sería en el momento justo y exacto, cuando podría conocerte, dandole así alas al tiempo para que continuara pasando mientras yo solo lo miraba pasar.
Viví con vos tus guerras y paz, celebraciones y llantos, éxitos y derrotas y me hice un poco tu vocera, como si así estuviera un poco mas cerca y tal vez la vida me quisiera regalar y hacer mi sueño verdad.
Y sucedió tal cual como lo había imaginado.
En el momento justo y perfecto.
Atreviéndome a soñarte abiertamente y diciéndolo en voz alta.
Con mi hija en tu suelo.
¿Qué mejor momento Israel?
Me acogiste en tus brazos y si alguna vez había leído, escuchado o pensado lo que eras, lo que sos me dejó marcada por el resto de mi vida.
Me llenaste los ojos, los oídos, el corazón y el alma.
Me hiciste tuya y te hice mío. Te recorrí con la curiosidad desatada y con ilusión de niña. Te sentí latir fuerte y me colmaste las venas.
Te disfruté como adolescente que ama por primera vez.
Te adoré como la adulta que leyó de vos, aprendió sobre vos y te añoró desde sus primeras memorias.
Como la mujer que ha rezado por tu existencia, tu derecho, tu paz y tu integridad, sabiendo que son las propias.
Como la judía para la que sos su hogar aunque no viva ahí y que aun sin ser religiosa, rezó en tu muro con un fervor desconocido.
Como la ciudadana del mundo que encontró en tus entrañas todas las culturas, los colores, las costumbres y los idiomas juntos reunidos en vos y conviviendo pacíficamente a pesar de todo.
Me conmoviste hasta lo más profundo de mi alma y me hiciste sentir en mi hogar.
Y quise mostrarte a mi mundo, orgullosa, llena de emoción y tan agradecida que quería que todos te vivieran como yo.
Y te vieron y te conocieron y te vivieron conmigo, aunque las palabras y las imágenes se quedan tan cortas.
Sos historia viva a cada paso.
Sos color y calor.
Sos verde desierto pleno de vida, piedra y arena, agua y azul.
Sos alegría pura. Orgullo. Amor. Lealtad. Fervor. Fuerza. Ternura. Juventud. Vida. Esperanza. Paz. Acción. Risa. Llanto. Pasión. Familia. Reencuentro. Raíces. Mis raíces. Nuestras raíces.
Israel.
Que D-os, me de vida para vivirte muchas veces más.