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On Mañana cumplo 49 años. Ese número anuncia la inminente llegada de los 50 en tan sólo un año. Estoy tan agradecida con la vida. Tan...

viernes, 26 de junio de 2015

Mi sobrino es Adrian.

Según me contó, el lo sabía desde pequeño.  Anduvo por la vida con el miedo que le puede dar a alguien que se sabe viviendo en una sociedad poco abierta y en una edad complicada ya de por si, hasta que con una valentía que es solo de los grandes, reunió a cada uno de sus amigos y les contó. Hizo lo mismo con mi hermano, con mi cuñada y con su propio hermano. 
  
Ya para cierto momento, yo me imaginaba que no iba a haber una novia en su vida, pero nunca quise abordar el tema hasta que no saliera de él mismo querer contarme y porque mi sobrino no es mi sobrino gay.
Mi sobrino es Adrian.
Así como yo no soy su tía heterosexual.
Soy su tía Ire.
Nuestra relación se define por el amor que nos tenemos.

Desde que nació nos volvió locos a todos. Era un bebé simplemente delicioso, simpatiquísimo y con la risa mas contagiosa de la familia.  Conforme fué creciendo, se convirtió en un muchacho sensible, amoroso, chistoso, culto, excelente hijo, hermano, sobrino y amigo. 

Todo lo que lo hace ser el ser humano que es hoy.

Nuestras preferencias sexuales nos tienen completamente sin cuidado. 

El es mi sobrino Adrian (guapísimo, por cierto) y yo soy su tía Ire.

Eso es lo que somos.

Lo amo con toda la fuerza de mi alma. Lo disfruto como el ser humano maravilloso que es. Amo que cene en mi casa porque le encanta como cocino. Amo conversar con él, porque tenemos el sentido del humor muy parecido y porque me derrito cuando lo veo. Amaré al hombre que lo ame y querré despellejar vivo al que le haga daño. Espero poder organizarle su boda y puedo jurar que va a ser de los novios mas espectaculares que se hayan visto… si le da la gana de casarse, porque ahora,

¡¡¡PUEDE DECIDIR SI QUIERE O NO!!!

Hoy se marca un hito histórico que repercutirá en el alma del mundo entero y que habla a gritos de la evolución del pensamiento y del poder del amor por el amor. Hoy, la institución del matrimonio, tan seriamente devaluada, puede volver a ganar fuerza gracias a la decisión del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. 

Hoy, una vez más, la humanidad y sus derechos prevalecen y se levantan orgullosos y firmes en contra del pensamiento retrogrado, anticuado y añejo.

Hoy somos todos testigos presenciales de la fuerza del pensamiento puesto en práctica a favor de la familia, de la pareja y del amor. 


¿Qué esperamos en Costa Rica?

jueves, 25 de junio de 2015

Me lo invento yo.

Sus nombres se los pongo yo y así mismo se los quito.  

Usted es solo el disfraz de mis dudas.  Usted no es mi dueño ni el dueño de mis sueños. No me asusta ni un poquito ¿sabe?, porque a usted, don Miedo, me lo invento yo.

Así que venga y véame a los ojos.

¿Cuál es su amenaza? 

¿Quitarme lo que tengo?

¿Que se borre lo que he hecho?

¿No ser suficiente y que me dejen de querer?

¿Morirme?

De lo que tengo no me llevo nada.
Si lo que he hecho lo he hecho con el corazón, quedará grabado en piedra y nadie podrá borrarlo.
Si soy suficiente para mí, entonces es suficiente y si me dejan de querer no me voy a morir. Un corazón roto tiene mas espacio para amar.

Me moriría en vida si me creo lo que suavecito dejo que me susurre en momentos de incertidumbre, con voz livianita como una brisa que se cuela entre las rendijas de mis certezas. 

¿Pero sabe qué?

Yo no me lo creo y aunque esté sentadita en una esquina sin tener muchas ganas de moverme porque todo se ve oscuro alrededor, voy a salir a tientas y cuando menos se lo espere, yo lo voy a asustar a usted.

Esta vida no está para que me cuenten cuentos de lobos. De demonios. De espantos.

El lobo solo tenía hambre.

Satanás en algún momento fué un ángel.

El Coco se esconde debajo de las camas porque tiene pavor de salir…

Esta vida está para darle la cara, así como se lo exijo a usted.

Usted don Miedo, sin mi no es nada pero yo sin usted lo soy todo y aún desde mi esquinita oscura veo el rayo de luz clara hacia la que debo dirigir mis pasos y usted simplemente se esfumará.

¡Puf!

Así no más.

Y el día y la noche serán tan radiantes como yo quiero que sean.

Así que mi querido don Miedo, tome sus maletas y váyase tan ligero o tan pesado como desee irse.

Acá no es bienvenido.



viernes, 19 de junio de 2015

Un libro en blanco

¿Recuerdan cuando antes de entrar a la escuela nos daban los útiles?
 ¿Recuerdan la ilusión que nos daba abrir los cuadernos y verlos perfectos, todas y cada una de sus hojas limpias, sin una sola letra escrita? 
¿Cuántos cuadernos nuevos habremos abierto y llenado a lo largo de nuestra vida escolar, colegial y universitaria?
La vida es igual.
Cada día es una página en blanco de este hermoso libro en el que escogemos lo que escribimos.  
Amo y le tengo un enorme respeto a la palabra.  Para mi la palabra escrita, hablada y pensada es sagrada y me cuido de escoger minuciosamente el sentido de cada oración y pensamiento para hilar coherentemente lo que quiero transmitir a los demás y lo que quiero fortalecer dentro mío y aunque desde hace muchos años no tengo un diario propiamente dicho, asumo cada día con la alegría, la ilusión y el entusiasmo de quien por primera vez escribe en una página en blanco. 
Es una gran responsabilidad con nosotros mismos asumir nuestro día a día y tomar así mismo la decisión de definir lo que realmente importa para dejarnos grabado en nuestro “Libro de Vida”. 
Creo firmemente en que si algo no me sirve, si no me ha dejado alguna enseñanza o me ha causado desasosiego o dolor y no lo puedo resolver, no merece ser incluído en mi Libro. 
A lo largo de mis 45 años hay algo que se manifiesta como una constante:  Yo decido aprender, aplicar y en la medida de lo posible, enseñar y aportarles a los demás en positivo. 
Aprendí a la fuerza a tener paciencia, a enteder que los tiempos de D-os no necesariamente son los míos, a que las respuestas no siempre llegan cuando yo quiero y a ver cada día como una posibilidad más de avanzar, de fluír, de crecer un poquito.
Y no es que no me enoje, que no me salga de mis casillas, que no haya veces en las que quiera agarrar el tintero imaginario, estrellarlo contra la pared y simplemente dejar esa específica hoja en blanco.  Pero realmente que son los menos.
Usualmente en todos mis días  hay amor, risa, pasión, reflexión, música y una curiosidad como de niña por ver que me depara mi vida.
Soy yo la que escoge esto. 
Soy yo la que entiende que para ser feliz hay que decidirse a serlo, consciente, diaria y voluntariamente.
Soy yo la que escoge al amor como la guía diaria. 
Soy yo la que conscientemente me pongo límites con respecto a lo que voy o no a pensar y a cuanto tiempo de vida buena voy a malgastar en casos perdidos.   
Soy yo la que antes de ver lo que me falta, agradezco con toda el alma por todo lo que tengo y por lo que vendrá.
Hoy, a usted que me lee, le hago una propuesta.  Tome una hoja en blanco y escriba durante 1 mes, las 8 cosas diarias que lo hicieron feliz. Que le reforzaron lo positivo. Que le dieron paz. 
Se vale desde que le gusto ver el amanecer, que pudo levantarse vivo de la cama, que tuvo la suerte de poder compartir su tiempo con los seres que ama, que tiene trabajo… 
Vale todo menos lo que no merece quedar permanentemente escrito en su sagrado Libro de Vida. 
Dése cuenta de cuantas bendiciones y de cuantos motivos de felicidad hay en todos sus días. 
Escríbalo y léalo cada vez que quiera tirar el tintero imaginario contra la pared.
 
 
 
 
 
 
 
                                                                                                                               

 

jueves, 11 de junio de 2015

Yo no soy mis tetas.

Tenemos la ya honorable edad de 45 años y vamos hacia los 46 a velocidad acelerada.  La gravedad no ha sido tan inmisericorde y le agradezco a D-os que cada mamografía sale en orden. Pero aun si en algun momento no fuera así (cancelado infinitas veces), tengo claro que no dudaría UN SEGUNDO en decirles adiós y desearles buen viaje para seguir yo en el mío.

Porque yo no soy mis tetas. 

Yo no soy mis piernas, ni mis ojos, ni mi pelo, ni mi panza, ni mi trasero.

De hecho, YO, no soy ninguna parte de mi cuerpo específicamente. Este cuerpo que ando puesto, prestado para esta vida y a veces no tan cómodo, es eso. Lo que me viste.

Pero no solo eso soy yo.

Quiero decir que a pesar de estar feliz con el disfraz que me tocó esta vez, nunca he permitido que me defina y que tengo mas claro que el agua, que a pesar del agradecimiento que tengo con D-os porque cada una de las partes de este cuerpo funcionan y se ven bien y armónicas, me importa mucho, pero mucho más cultivar mi luz interior que la apariencia exterior.

Mucho más en estos tiempos…

En esta época se gastan cientos de miles de millones de dólares en el mundo en un culto bastante absurdo al cuerpo, para satisfacer la ansiedad de un consumismo desabrido, y en la mayoría de los casos, por pura gula, estamos siendo testigos de una degeneración de lo que realmente nos debería definir.

Hablando específicamente del físico, la moda impone un tipo que únicamente el 8% de la población femenina mundial tiene… el 92% restante no tenemos esa suerte.  Nuestras niñas empiezan a sentirse gordas desde antes de los 8 años y ya hay casos de anorexia registrados desde esa edad.  Ahora hay cirugías para cambiar hasta el color de los ojos… El “ser” flaca es sinónimo de belleza y miles de personas literalmente pierden la vida por ser prisioneras de la distorsión de sus propias imágenes. 

Y en esa cárcel de modelos estereotipados, tetas falsas, cuerpos alterados, pesos, tallas y medidas estandarizadas, pelos tratados, dientes tan blancos que encandilan, caras inmovilizadas por el botox, uñas postizas, índices de grasa corporal y pastillas adelgazantes, vivímos encerradas por voluntad propia sin permitirnos ver un poquito más allá de lo carnal.

Y ojo. En ningún momento estoy diciendo que renuncie a verme lo mejor que puedo. Me he sometido a dietas, voy a ponerme botox de vez en cuando y amo como me veo después, adoro el maquillaje, me alacio el pelo y me haré un facelift cuando mi carita lo necesite. Pero lo hago porque quiero verme bien. No porque tenga que cumplir con los estatutos de la sociedad con respecto al físico.  Salgo muchísimas veces sin maquillaje y me sigue gustando mi cara al natural. De la misma forma en la que puedo vestirme "de tacón alto", ando feliz en chanclas. En mi casa no hay una balanza y nunca se exactamente cuanto peso. En mi closet hay 3 tallas de jeans diferentes y si una me apreta, paso a la siguiente. Punto.

Yo no permito que me defina lo físico y como no es fácil, permanentemente me obligo a responderme lo siguiente:

¿Quien soy yo?
¿Cómo me veo a mi misma?
¿Qué me define?
¿Cuáles son mis certezas?

Estas preguntas me las hago rutinariamente, y su respuesta es una excelente medida propia.

Yo soy yo. Irene Lev. Mas que algo puntual de definir, un asterisco.  Una obra en permanente proceso de cambio y evolución. Una cebolla de muchas capas. Un nenúfar. 

Me veo feliz. Tranquila. Clara. Amorosa.  Enrumbada y en paz. Con una llave en la mano para abrir unas puertas y cerrar otras permanentemente.  Como un árbol grandote cuyas raíces tienen exactamente la misma proporción con su copa cargada de frutas.  

Me define la asertividad lograda tras mucho trabajo propio. La empatía hacia mi misma y hacia los demás. El sentido del humor. La rebeldía ante lo que la vida a veces me ofrece.  El ser ciega ante las diferencias que no tienen sentido. La introspección. El desapego a lo que no tiene importancia. La falta de vergüenza para preguntar lo que no se y la rapidez para admitir mis errores y pedir perdón. La fe absoluta en D-os.

Tengo la certeza de que voy a estar bien. Que la vida está de mi lado. Que el amor existe. Que soy valiente. Que tengo a D-os y me tengo a mi misma. Que quiero seguir aprendiendo. Que me falta mucho camino por recorrer y que soy yo la que lo tiene que caminar paso a paso, despacito y con buena letra. Que amo y soy amada.  Tengo clarita la certeza de que el templo más importante está en mi pecho y que mi relación con D-os no necesita intermediarios.  

Eso sería.  Cara, pelo y cuerpo son lindos accesorios. Nada mas.

¿Y a usted, qué lo define?



viernes, 5 de junio de 2015

La carrera y el combo.

Yo salía en un programa de televisión. 

Un programa de cinco mujeres hablando de diversos temas.  Era una cara ya algo reconocida y hasta me paraban para saludarme y de vez en cuando tomarse una foto conmigo. Era muy halagador. A mis compañeras de programa les pasaba igual.

El programa estuvo al aire poco mas de un año con mucho éxito pero después lo cancelaron.  Cosas que pasan.

Mientras estuvo al aire nunca me llamaron para representar una marca, ir a algún evento importante para darle relevancia o algo así. Nada.  

Hasta hace dos meses.

Hace dos meses iba manejando y sonó mi celular. Atendí con el “manos libres” por supuesto y al otro lado de la línea escucho a una mujer que me dice:

“Buenos días. ¿Hablo con doña Irene Levy?”

“Lev”, contesto. Error común.

“Ah si, disculpe. Buenos días doña Irene. Mi nombre es X". 

“Buenos días X”, respondo.

“Doña Irene, la llamo de parte de la Asociación de Geriatría del … un gusto saludarla”

Me quedo pegada en la palabra GERIATRIA. Me llaman de la Asociación de GERIATRIA  de X lugar.

¿A mi?.  Definitivamente se equivocaron. Deben estar pensando en mi mamá.

Y respondo: “Igualmente. ¿En qué puedo ayudarle?”

“Si doña Irene es que estamos organizando una carrera para recaudar fondos para la Asociación y como usted es una persona reconocida, de la farándula, la queremos invitar para que nos acompañe y nos ayude a levantar y crear conciencia sobre la Asociación”

“¿Asociación GERIATRICA?”, pregunto yo que sigo dudándo de si es una broma o una equivocación.

“Si doña Irene ASOCIACION GERIATRICA DE X. Si me da su correo, le envío el…”

Me terminó de hablar y yo colgué bastante y risiblemente sorprendida. Hjmmm… Asociación Geriátrica. Bueno. Obviamente yo ni soy viejita, ni soy de la farándula, ni corro más que las cortinas, así que no me doy por enterada.

Esta semana, mientras hacía unas vueltas con mi hija, recibo otra simpática llamada.

“Buenas tardes. ¿Hablo con doña Irene?”

“Si. Con ella habla.”

“Un gusto doña Irene. La llamamos del Club Camposanto X.” (Me reservo el nombre para no herir susceptibilidades).

“Hjmm,” Pienso yo.

Club Camposanto X.

Cortocircuito mental inmediato.

¿Un club cementerio? ¿Un cementerio en un club? No entiendo y mientras tanto escucho que la muchacha continúa hablando.

“Doña Irene, es que queríamos invitarla a ser parte de nuestro exclusivo Club X, donde por un tiempo limitado estamos ofreciendo espacios y lotes en el Camposanto. Y en ésta ocasión le ofrecemos además la promoción de lote y crematorio. Usted ya tiene su lo…”

No pude más. Entre que hace NADA me invitan a ser parte de la Carrera de la Asociación Geriátrica X y ahora me invitan a comprar un super combo de lote y crematorio en el “exclusivo” Camposanto, sentí que las patas de gallo, se volvían un gallinero completo, que cada una de mis canas se paraban en mi cabeza como antenas y que los 45 que tengo en realidad eran el doble.

¿Dónde quedó todo ese discurso de que la edad está en la mente?
¿Dónde quedó la imágen benévola que me veía con frescura y jovialidad al otro lado del espejo esa misma mañana?
¿Dónde te fuíste oh joven juventud?

Patética. Me puse patética.

“Disculpe señorita. Esta es una conversación que NO quiero mantener en estos momentos de mi vida.” La interrumpo y corto la comunicación.

Mi hija me mira sin entender nada.

En la radio suena una canción que conozco y empiezo a canturrear como para sacarme la conversación de la cabeza.

Mi hija pregunta, “Ma, ¿la tele ya existía cuando vos naciste?”