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jueves, 9 de julio de 2015

El muñeco Vudú.

Mi hija menor tenía que hacer una presentación oral para inglés, acerca de las diferentes tradiciones religiosas que se mantienen a pesar de no ser las mayoritarias.

Estaba un poco estancada con los temas, pero al final escogió hablar sobre los Menonitas y el Vudú. Esta última fué la que más le llamó la atención, especialmente por la forma en la que todavía se vive y se ha esparcido de su natal Haiti, donde fue creado por los esclavos traídos de Africa, a otros países de América. Además, como encontramos más datos sobre el Vudú que sobre los Menonitas, ella decidió explayarse en este tema, un poco también, fascinada por la magia, el sincretismo y la pasión con la que lo viven los que lo practican hasta el día de hoy.

Como parte de esa presentación oral, los chicos que presentaban, tenían que hacer alguna actividad manual de cierre, que involucrara a sus demás compañeros.

Yo soy una mamá con formación profesional de creativa, mentalidad abierta y la verdad, muy práctica. Mis hijas siempre me comentan acerca de sus proyectos y por lo general hacemos sesiones de “brainstorming”, de las cuales salen cosas lindísimas que ellas presentan a sus compañeros y profesores.

Esta no fue la excepción.

Según yo.

La mente de una persona creativa, usualmente no tiene muchos marcos que la encierren. Yo estoy acostumbrada a “salirme de la caja” y siempre pienso en formas de causar sorpresa, emoción, pensamiento y reacción y eso es lo que les he enseñado a mis hijas.

Es un tipo de pensamiento que va un poco más allá de lo clásico, un tipo de pensamiento que usualmente se sale de lo tradicional para llegar a transmitir un mensaje de una forma tan diferente, que se grabe en la mente las personas a las que nos dirigimos.

Este tipo de pensamiento creativo, ha sido lo que ha definido no solo mi área profesional, si no, que me ha permitido crear nuevas ideas de vida cuando he tenido que reinventarme. 

Pensar así a veces puede ser arriesgado y transgresor y en mi caso, hizo que muchas campañas propuestas en las agencias de publicidad donde trabajé, quedaran “engavetadas”, durmiendo el sueño de los justos porque según mis jefes, a los clientes podía ponerlos nerviosos salir al mercado con “algo así” y yo tenía que volver a lo tradicional y aburrido.  Pero también hizo que las que campañas que si lograron salir, tuvieran recordación por mucho tiempo.

Volviendo al tema de mi hija y la presentación oral.

Nos sentamos a “cranear” una actividad para cerrar la presentación.

Peloteamos varias ideas hasta que, ¡EUREKA!

Llegamos a la conclusión, obvia y lógica (y por favor entiéndase nuevamente la forma en la que piensa una mente creativa, que en ese momento no pensó mucho en el mercado al que se dirigía), que tanto los compañeros, como el profesor, iban a encontrar de lo mas entretenido hacer un muñeco Vudú.

Un muñeco Vudú...

Nos dedicamos en alma vida y corazón a buscar los materiales y mi hija se fue feliz el día de su presentación. Yo por supuesto, también estaba fascinada porque estaba segura del impacto y del interés que iban a generar no solo la presentación sino el hacer el muñeco, a todos los chicos.

Cabe hacer la pequeña anotación sobre que el colegio al que asisten mis hijas es orientado al área religiosa ortodoxa. 

A esta cabeza creativa se le olvidó ese detallito.

Cabe también hacer la aclaración de que el Vudú no es la mejor recibida de las tradiciones religiosas y que más bien es considerada bastante sacrílega.

Todos los muchachitos hicieron su muñeco Vudú.  

Felices y fascinados los llevaron a sus casas.  

Casas un poco ortodoxas también…

A mí, me llamaron del colegio a reunión a la semana siguiente.




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