Mi hija menor tenía que hacer una presentación oral para inglés,
acerca de las diferentes tradiciones religiosas que se mantienen a pesar de no
ser las mayoritarias.
Estaba un poco estancada con los temas, pero al final
escogió hablar sobre los Menonitas y el Vudú. Esta última fué la que
más le llamó la atención, especialmente por la forma en la que todavía se vive
y se ha esparcido de su natal Haiti, donde fue creado por los esclavos traídos
de Africa, a otros países de América. Además, como encontramos más datos sobre el Vudú que sobre los Menonitas, ella decidió explayarse en este tema, un poco también, fascinada
por la magia, el sincretismo y la pasión con la que lo viven los que lo
practican hasta el día de hoy.
Como parte de esa presentación oral, los chicos que presentaban, tenían que
hacer alguna actividad manual de cierre, que involucrara a sus demás compañeros.
Yo soy una mamá con formación profesional de creativa, mentalidad abierta y la verdad, muy práctica. Mis hijas
siempre me comentan acerca de sus proyectos y por lo general hacemos sesiones
de “brainstorming”, de las cuales salen cosas lindísimas que ellas presentan a
sus compañeros y profesores.
Esta no fue la excepción.
Según yo.
La mente de una persona creativa, usualmente no tiene muchos
marcos que la encierren. Yo estoy acostumbrada a “salirme de la caja” y siempre
pienso en formas de causar sorpresa, emoción, pensamiento y reacción y eso es
lo que les he enseñado a mis hijas.
Es un tipo de pensamiento que va un poco más allá de lo
clásico, un tipo de pensamiento que usualmente se sale de lo tradicional para
llegar a transmitir un mensaje de una forma tan diferente, que se grabe en la
mente las personas a las que nos dirigimos.
Este tipo de pensamiento creativo, ha sido lo que ha
definido no solo mi área profesional, si no, que me ha permitido crear nuevas
ideas de vida cuando he tenido que reinventarme.
Pensar así a veces puede ser arriesgado y transgresor y en
mi caso, hizo que muchas campañas propuestas en las agencias de publicidad
donde trabajé, quedaran “engavetadas”, durmiendo el sueño de los justos porque
según mis jefes, a los clientes podía ponerlos nerviosos salir al mercado con
“algo así” y yo tenía que volver a lo tradicional y aburrido. Pero también hizo que las que campañas que si
lograron salir, tuvieran recordación por mucho tiempo.
Volviendo al tema de mi hija y la presentación oral.
Nos sentamos a “cranear” una actividad para cerrar la
presentación.
Peloteamos varias ideas hasta que, ¡EUREKA!
Llegamos a la conclusión, obvia y lógica (y por favor
entiéndase nuevamente la forma en la que piensa una mente creativa, que en ese
momento no pensó mucho en el mercado al que se dirigía), que tanto los
compañeros, como el profesor, iban a encontrar de lo mas entretenido hacer un
muñeco Vudú.
Un muñeco Vudú...
Nos dedicamos en alma vida y corazón a buscar los materiales
y mi hija se fue feliz el día de su presentación. Yo por supuesto, también
estaba fascinada porque estaba segura del impacto y del interés que iban a
generar no solo la presentación sino el hacer el muñeco, a todos los chicos.
Cabe hacer la pequeña anotación sobre que el colegio al que
asisten mis hijas es orientado al área religiosa ortodoxa.
A esta cabeza creativa se le olvidó ese detallito.
Cabe también hacer la aclaración de que el Vudú no es la
mejor recibida de las tradiciones religiosas y que más bien es considerada
bastante sacrílega.
Todos los muchachitos hicieron su muñeco Vudú.
Felices y fascinados los llevaron a sus casas.
Casas un poco ortodoxas también…
A mí, me llamaron del colegio a reunión a la semana
siguiente.
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